Calidad del agua: 

Es importante que el agua con la que reguemos nuestras plantas sea de calidad, ya que esto influirá muy positivamente en el crecimiento y en la salud de las mismas. Por ello, debemos contar con un agua limpia y libre de patógenos. El agua del grifo es la mas adecuada en este sentido, aunque es aconsejable dejarla reposar durante 24 horas para que se evapore el Cloro, ya que un exceso de este elemento puede provocar problemas en nuestras plantas. 

Un parámetro que hay que controlar es la EC o cantidad de sales disueltas, siendo aconsejable que no supere una EC inicial de 0,2-0,3 mS/cm. Por esto, está totalmente desaconsejado regar con agua mineral destinada al consumo humano, debido a su gran dureza y excesiva mineralización. Otro parámetro importante a controlar es el pH, ya que un pH excesivamente alto o bajo, puede provocar que algunos nutrientes se bloqueen en el suelo o que estén muy disponibles para las plantas y puede haber problemas de carencias o excesos de nutrientes.

El agua de riego debe tener un pH neutro o ligeramente ácido, comprendido entre 5,6 y 7,2. También es muy imporante la temperatura del agua de riego. Debe estar comprendida entre 18-22ºC, ya que esta temperatura favorecerá la vida microbiana del suelo y facilitará la disolución de los nutrientes. 

Cantidad de agua: 

La cantidad de agua a aportar dependerá del tamaño de la maceta, del tamaño de la planta (cuanto más grande más agua), de la temperatura ambiental, de la fase vegetativa en la que se encuentre la planta (en floración la planta precisa de mayor cantidad de agua que en crecimiento) o de la calidad del sustrato, ya que existen sustratos que retienen más la humedad que otros. 


Momento de riego: 

Conviene regar a primera hora de la mañana o a última de la tarde, siendo más recomendable hacerlo a primera hora del día, ya que el exceso de agua que podamos añadir se evaporará y evitará la proliferación de enfermedades causadas por hongos. No es recomendable regar en las horas centrales del día, ya que la diferencia de temperatura entre el sustrato y el agua de riego hará que las raicillas puedan destruirse.  

Las plantas deben pasar ciertos periodos cortos "secos" entre riego y riego. Se debe dejar que se seque la primera capa de tierra. Para comprobarlo, introduciremos el dedo índice en el sustrato y comprobaremos que está seco a esa profudidad. Otra manera de evidenciarlo es comprobando el peso de la maceta. Hay que regar la planta hasta que drene por el fondo de la cubeta entre el 10 y el 15% del agua regada. 

Síntomas de falta de agua: 

En caso extremos de sequía, la planta presentará las hojas caídas y las ramas blandas y las hojas inferiores más grandes se secarán. Existe un punto llamado punto de marchitez permanente, a partir del cual, por mucho que reguemos la planta no absorberá agua y morirá.

 
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